Historias de Cementerio, Libro Uno. Fragmentos.

Dos hermandades milenarias enfrentadas, cientos de historias de vida y muerte... Fue en el año de 1845 cuando S.M. Isabel II concedió licencia a la Sacramental que nos ocupa, para costruir un cementerio de carácter privado en la cima del cerro que fue dado en llamarse de las Ánimas... Operarios encadenados de por vida al gremio, enseñanzas transmitidas de padres a hijos generación tras generación. De sangre a sangre... Doce libros. Con la Historia del Cementerio. Con la historia de sus gentes. Con lo que me han contado los hombres y han insinuado las piedras, las almas errantes y vagamundas y revelado los Libros Secretos en Archivos Ocultos... Tradición oral transmitida por el viento y escrita, trazada con sangre...
(Historias de Cementerio, Libro Uno. Fragmentos)


21.6.10

2.


Llovía......
Todo el agua del cielo y de la tierra......
Tap, tap, tap, tap, tap, tap, tap......
Taptaptap, taptaptap, taptaptap......
Tap, taptaptap, tap, taptaptap, tap, taptaptap......
El sonido.
Perfectamente audible por encima de todos los sonidos, de todos los pensamientos......
Tap, taptaptap, tap, taptaptap, tap, taptaptap......
Tap, taptaptap, tap, taptaptap, tap, taptaptap......
Y comenzamos a caminar......
-“Como busca la cierva[1]
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío –recitaba como un autómata-.
Tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan,
noche y día,
mientras todo el día me repiten:
<¿Dónde está tu Dios?>
Recuerdo otros tiempos,
y desahogo mi alma conmigo:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta –entre estrofa y estrofa, hacía una caricaturesca, por exagerada, detención en su plática, en un gesto muy estudiado, y entornaba los ojos, mirando al cielo, pero de reojo al texto, que aún no había aprendido a pesar de llevar unos cincuenta años repitiéndolo.
-¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas? –continuó-.
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.
Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.
De día el Señor me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.
Diré a Dios:
Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
<¿Dónde está tu Dios?>
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
Dale, Señor, el descanso eterno,
brille para él la luz perpetua.
El alma que has sacado del cuerpo, Señor,
se alegre con tus Santos en la Gloria.
Se alegran para el Señor los huesos quebrantados”. –Con esta antífona, el sacerdote dio por concluida la primera de las llamadas estaciones, a los pies de la sepultura.
Allí nos detuvimos.

[1] Salmo 41.

2 comentarios:

  1. Acabo de terminar el libro y ahora mismo no puedo describir lo que pienso sobre él porque necesito que pasen unos días, lo que sí sé es que quiero leer el siguiente...

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  2. Gracias, Marieta. Espero ansioso tu opinión, tus comentarios, tus pareceres, tu consejo, pero sin prisa, como dices, cuando lo hayas aprehendido...
    El siguiente, D.M. en breve, y serás de las primeras...

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